viernes, 1 de junio de 2012

Hipocondría


¿Qué es la hipocondría y cómo se sienten quienes la padecen?


La hipocondría es la preocupación, miedo o creencia de tener una enfermedad grave a partir de la interpretación errónea de sensaciones físicas normales. Las personas que la padecen se resisten a creer las informaciones médicas tranquilizadoras al respecto y no cejan en su creencia aunque las evidencias no la respalden.

Este trastorno psicológico es uno de los más antiguos que se conocen, ya que se remonta a la Grecia antigua, a los tiempos de Hipócrates. Debe su nombre a que los griegos asociaron los cambios mentales con modificaciones de los órganos situados en la región bajo las costillas, denominada hipocondrio. Esta creencia se extendió hasta el siglo XVII cuando los médicos entendieron que los temores hipocondríacos probablemente se originaban en el cerebro y no en el organismo.

Las personas que sufren de hipocondría viven en un estado de sufrimiento permanente ante el miedo a enfermar y se auto diagnostican dolencias, interpretando síntomas corrientes de manera exagerada. Los síntomas físicos que pueden llevar a la preocupación por padecer una enfermedad grave pueden ser muy variados, ya que la persona con hipocondría valora como amenazantes algunas sensaciones fisiológicas que el resto de personas perciben como normales en situaciones determinadas, como la hipertensión postural, las disfunciones ocasionales como vómitos o diarrea y las reacciones somáticas asociadas a un estado emocional, como las activaciones fisiológicas del estrés. Es corriente que suceda, que el paciente comience a sentir  síntomas físicos propios de la ansiedad en una situación determinada, como taquicardia, palpitaciones, disnea, cefaleas, vértigos, mareos o visión borrosa, y por ello decida ser sometido a una larga serie de exploraciones somáticas, sin que se logre evidenciar patología alguna, simplemente porque no la hay y tales síntomas respondían  un momento puntual.

Ante la incapacidad del personal cualificado por hallar el origen de la molestia y ante la certeza de la persona de que padece una enfermedad grave, puede aparecer la duda, cada vez más insistente, sobre el origen de su molestia, creyendo cada vez con más fuerza de que se trata de una enfermedad muy peligrosa, extraña y difícil de manejar y ello es la causa por la que se le oculta el diagnóstico. Las enfermedades que creen padecer las personas con hipocondría suelen ser aquellas que implican un elevado grado de gravedad, son crónicas o las que suelen tener como desenlace la muerte.

Además de asociar diversas sensaciones físicas a estas enfermedades, las personas que padecen hipocondría suelen tener pensamientos catastrofistas y tiene presentes imágenes mentales relacionadas con la enfermedad, imaginándose a menudo a sí mismos sufriendo las consecuencias del deterioro físico que conllevaría padecerlas realmente.

Esta dolencia suele aparecer en la edad adulta, entre los 30 y los 50 años, aunque también pueden padecerla niños. Los estudios indican que la hipocondría está relacionada con el ambiente familiar, por lo que es frecuente encontrar varios hipocondríacos bajo el mismo techo. Este problema mental se intensifica cuando la vida de la persona gira en torno a esos males que cree padecer. Puede ocurrir que la hipocondría esté motivada por alguna afección que la persona en cuestión haya padecido previamente, sobretodo si ésta ha sido muy dolorosa, ya que es posible que el paciente asocie esa idea de enfermar como algo muy traumático y se invente los síntomas para no bajar la guardia.


Las personas con hipocondría a menudo se realizan comprobaciones corporales, buscan información al respecto de la enfermedad que creen que les afecta y preguntan a los demás si han sentido sensaciones similares ante una enfermedad. Puede tomarse el pulso, la temperatura o la tensión arterial numerosas veces al día y controlar de una manera u otra sus funciones biológicas. Estas conductas en principio tranquilizan, pero a la larga refuerzan la idea de que se sufre una enfermedad. Es frecuente que también que eviten el ejercicio físico y que acudan a hacerse chequeos para descartar patologías. Conocen y utilizan los términos técnico y es probable que rebatan a su propio médico acerca de los síntomas y del tratamiento más adecuado para ellos.

Puede ocurrir que el hipocondríaco padezca verdaderamente algún trastorno, por lo que al igual que con el resto de personas, conviene descartarlo mediante pruebas médicas si existen síntomas que lo evidencien, pero de manera frecuente si lo padecen tienden a exagerar aunque dicho trastorno no implique mayor gravedad. En ocasiones, el nivel de hipocondría es tan alto que el afectado es capaz de crear verdaderos síntomas orgánicos y físicos de la enfermedad por la que se haya obsesionado, como la aceleración de los latidos del corazón o disfunciones digestivas.

Nadie está exento de convertirse en un hipocondríaco. Hay ilustres personajes a lo largo de la historia que padecieron hipocondría, como es el caso de Darwin en el s. XIX, que se preocupaba en exceso por las palpitaciones, fatiga y temblor de sus dedos, buscando con desesperación alguna explicación médica para sus malestares.

Hoy en día convivimos con un acceso a información ilimitado que era impensable siglos, incluso décadas atrás. Esta sobreinformación ha incrementado los casos de hipocondría, ya que Internet se ha convertido en una enciclopedia en la que confiamos sin conocer la procedencia de la fuente, que en algunos casos no informa, sino que desinforma y aceptamos sus argumentos como válidos y de total confianza.


 “Dale un síntoma a un hipocondríaco y se preocupará un día. Dale acceso a Google y se preocupará toda la vida”


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Creado por: @CM_Cuellar @CM_Furio

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