miércoles, 11 de abril de 2012

Las alergias del cerebro

¿Pueden las alergias comunes afectar a nuestro cerebro?


Entendemos como alergia a la reacción que se produce en nuestro organismo cuando éste es expuesto a  una sustancia agresora o alérgeno al mismo tiempo que nuestro sistema de defensas se encuentra debilitado. Con la llegada de la primavera,  los factores de riesgo ambientales comienzan a manifestarse de manera más pronunciada y por tanto aumenta la incidencia de alergias en algunas personas. Sin embargo, no todos los organismos reaccionamos igual cuando sufrimos una alergia, sino que los síntomas, la intensidad y las consecuencias varían de una persona a otra.

Cuando desarrollamos una alergia, los alérgenos estimulan los linfocitos, células del sistema inmunitario que fabrican sustancias químicas como la histamina, capaz de inflamar las mucosas y la piel, provocando los síntomas de la alergia. El posible experimentar reacciones que no impliquen la segregación de histamina, lo que denominamos sensibilidad o intolerancia, que tiene síntomas menos severos que los de una alergia. Los síntomas alérgicos típicos son las erupciones cutáneas y el exceso de mucosidad, aunque también suelen ser habituales los estornudos o el malestar estomacal. Si la reacción alérgica es grave se denomina anafilasis y puede implicar peligro de muerte.

Aunque gran parte de la medicina es escéptica al respecto, diversas teorías defienden que nuestro cerebro también puede verse afectado por alergias, en forma de respuesta del comportamiento a una alergia normalmente alimentaria y que puede darse ya sea con presencia de histamina o sin ella. Según estas teorías, los mismos alimentos que causan las alergias comunes, pueden afectar a los procesos químicos y hormonales de nuestro cerebro, produciendo así alergia cerebral y causando cambios en el comportamiento y variaciones en el humor, fatiga, ansiedad, dolor de cabeza, irritabilidad o incluso comportamiento maníaco y depresión. No es posible diagnosticar la alergia cerebral del mismo modo que los alérgenos comunes, con pruebas de reacciones en diferentes secciones de piel, por lo que el diagnóstico depende de los síntomas y suele ser más subjetivo. Las células gliales son estructuras que forman más de la mitad de la masa de nuestro cerebro y son capaces de activarse en determinadas circunstancias como parte del sistema inmune propio del encéfalo, remitiendo señales de comunicación entre ellas y produciendo respuesta inflamatoria, aumento de la circulación en el área y elevación de la temperatura. Esta inflamación localizada en el tejido cerebral es lo que responde a la alergia cerebral, que puede estar causada por alérgenos provenientes de proteínas de los alimentos, gases ambientales o componentes de cosméticos entre otros, y provoca síntomas tales como comportamientos extraños, cambios en el hábito sexual o alimenticio, exaltación del afecto, emociones fuera de lo común en la persona afectada y alteraciones de la percepción y el razonamiento.


Las investigaciones que avalan la relación entre una nutrición poco adecuada y la aparición de alergias cerebrales defienden que todo lo que ingerimos se expande por nuestro organismo desde el intestino, afectando a la función pulmonar, a la piel y finalmente al cerebro. La mala nutrición afecta a las glías, disminuyendo su número. Nuestro cerebro compensa este descenso de las glías ensanchando los ventrículos cerebrales hacia las áreas donde las células se han perdido. Los surcos de la corteza cerebral se hacen más profundos y en consecuencia algunas neuronas estabilizadas en el desarrollo se redistribuyen. Parece existir cierta conexión entre la intolerancia al gluten (enfermedad celíaca) y personas diagnosticadas con algunas enfermedades emocionales, como el autismo, la depresión y la esquizofrenia. Al eliminar el gluten de la dieta, los pacientes experimentaban mejoras en su patología. Así mismo, las personas con intolerancia al gluten que por no haber sido diagnosticadas, no lo han excluido de su dieta, pueden llegar a presentar síntomas similares a los de ciertos trastornos emocionales. Las grasas y aceites de nuestra dieta se transforman en parte de nuestras membranas celulares y hemato-encefálica, que pueden perder su eficiencia si no se realiza el aporte adecuado de lípidos, afectando a los mecanismos esenciales, como el estrés, hambre, sed, sueño, función reproductora y función inmune.

Para tratar las alergias del cerebro es necesaria la eliminación de nuestra dieta del alérgeno que las causa. Como no es posible localizarlo mediante pruebas de alergia convencionales, lo recomendable es dejar de ingerir los alimentos sospechosos por ser causa más común de alergia cerebral, como el trigo, la leche o los huevos y suplir su carencia vitamínica. Introducir dichos alimentos por separado de manera rotatoria ayuda a determinar cuál de ellos está causando los síntomas. Es por ello que los estudios que defienden la alimentación como principal causante de la alergia cerebral, consideran probado que aunque la alimentación no constituye el factor determinante en los trastornos emocionales, es algo a tener en cuenta que normalmente pasa desapercibido en este tipo de patologías y que si bien no es decisivo, recuperar buenos hábitos alimenticios puede ayudar en la recuperación mejorando el aprendizaje, la concentración o la coordinación.

Así pues, el medio ambiente es el factor principal en el desarrollo de las alergias comunes, pero el aumento del consumo de alimentos industrializados, la falta de ejercicio físico, la disminución de los hábitos de lactancia materna, que es fundamental para fortalecer el sistema inmunológico, o la obesidad, son factores que influyen en su incidencia y que pueden ser causa de alergia cerebral, provocando trastornos emocionales e incluso problemas psiquiátricos. Una dieta saludable ayuda a prevenir tanto las alergias comunes como la alergia cerebral fortaleciendo el sistema inmunológico, pero en caso de presencia de síntomas es necesario acudir al médico a realizarse tanto pruebas de alérgenos comunes para determinar qué elemento la está causando, como pruebas que diagnostiquen una posible alergia cerebral para tratarla de forma rápida y efectiva.


"La salud no lo es todo pero sin ella, todo lo demás es nada."  Arthur Schopenhauer


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